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Gastroenteritis: claves para tener en cuenta si estás de viaje y sufrís esta dolencia


Es una enfermedad causada por los alimentos en mal estado, el agua contaminada, un virus o una bacteria.


Desde hace diez días, una epidemia de gastroenteritis sacude el verano en Florianópolis, Brasil. Datos de la Secretaría Municipal de Salud de dicho estado, registran hasta el momento una cifra que asciende los 2700 infectados entre turistas y residentes. Pese a los esfuerzos de las autoridades sanitarias por controlarlo, aún se desconocen las causas exactas del repentino brote. No obstante, investigadores sospechan que el origen podría estar en el agua contaminada.


Para la Mayo Clinic, esta enfermedad tiene que ver con una infección del estómago e intestinos causado por un virus, una bacteria, como también comida en mal estado o el agua infectada. De acuerdo a Horacio Rubio, médico gastroenterólogo, expresidente de la Sociedad Interamericana de Endoscopía Digestiva (M.N. 56371), “la gastroenteritis es un término genérico que se usa para describir a un cuadro de diarrea con vómitos”.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta patología se da con mayor frecuencia en países en vías de desarrollo con problemas de acceso al agua potable y a una buena higiene. A su vez, Rubio aclara que se potencia durante la época de verano dado que “el calor hace que se pierda la cadena de frío de los alimentos y que los virus y bacterias circulen con mayor facilidad”.


¿Cómo se desencadena?


Rubio destaca que se puede dar a causa de un germen, un virus o una bacteria que suele localizarse en el agua o en espacios públicos que no cuentan con las medidas de higiene necesarias. “Puede pasar que el agua esté contaminada o que tenga sustancias que nuestro organismo no está acostumbrado, entonces las rechaza”, comenta el experto.


Frente a este escenario, el especialista agrega que muchas veces, también se transmite de persona en persona: “Si alguien está infectado y no tiene los recaudos necesarios, por ejemplo, lavarse las manos de manera regular mientras está infectado, es otro motivo de contagio”.


Por su parte, Fabio Nachman, jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital Universitario Fundación Favaloro (M.N. 96066), menciona a la ingesta de alimentos en mal estado o mal cocinados como otro factor de riesgo. “Muchas veces pierden la cadena de frío o no cuentan con todas las medidas de higiene”, resalta Nachman. Entre los productos con mayor probabilidad de estar contaminados se encuentran los lácteos, las verduras crudas y las frutas con cáscara.


Otro de los posibles orígenes tiene que ver con la flora intestinal. Según menciona Nachman, “a veces, nuestro organismo no tolera los alimentos de los cuales no está acostumbrado”. Y agrega: “Si la microbiota es lábil o escasa, está predispuesta a sufrir diarrea”.


¿Cuáles son los síntomas?


Los especialistas consultados coinciden en que por lo general, el malestar arranca de forma paulatina, aunque hay casos en los que se da de manera inmediata. Dependiendo de la intensidad del cuadro, suelen durar entre 24 horas y una semana aproximadamente. Entre los principales síntomas destacan:


  • Sensación de náuseas y vómitos.

  • Deshidratación.

  • Posibilidad de levantar fiebre.

  • Dolor corporal y cefaleas.

  • Aumento en el número de las deposiciones.

Qué hacer en caso de malestar


Para Rubio, si bien no se trata de una enfermedad grave, los grupos poblacionales: niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, deben tener especial cuidado en caso de contraer esta enfermedad porque se pueden deshidratar.


En esta línea, Rubio comenta acerca de la necesidad de tomar líquidos que contengan sales y evitar el agua mineral debido a que durante esta infección se pierden electrolitos. “Si bien el agua es buena, no repone las sales y el potasio que se eliminaron. Por eso se recomienda el consumo de bebidas isotónicas para tener una rehidratación rápida”, remarca. En los casos en que no se tolera su consumo, Rubio aconseja tomar en pequeños sorbos o a través de una cucharita, de a poco, pero de manera seguida, cada cinco o diez minutos.


En cuanto a la alimentación, “se suelen indicar las dietas de tipo astringente, bajas en fibras y grasas, para cortar el efecto de la diarrea”, señala Nachman. El arroz, los fideos secos, el jamón cocido, el pollo, la banana, y la manzana, son los alimentos ideales para estos momentos, sin excederse en su cantidad. “Mientras el cuadro está activo, se deben evitar las verduras y las frutas con alto contenido de fructosa y cítricos”, agrega el médico.


Sin embargo, muchas veces cuando se está con este cuadro, lo más conveniente es pasar uno o dos días sin ingesta sólida, simplemente a base de líquidos que es lo que no puede faltar”, señala Nachman.


Ahora bien, “si a las 24 horas no hay signos de mejora, lo ideal es consultar con un profesional”, sostiene Nachman y hace hincapié en la importancia de no automedicarse ya que, “si se trata de una infección viral o bacteriana, va a ser necesario recetar algún medicamento”, agrega el especialista.


¿Se puede prevenir?


El cuidado de ciertos aspectos de la vida cotidiana es la clave, “sobre todo cuando uno está de viaje”, dice Rubio. Entre los puntos a destacar, ambos médicos coinciden en poner foco en que la alimentación sea sana, “que esté cocida y limpia”. Y en cuanto a los viajeros, insiste en que eviten el consumo de la comida preparada en la playa o en puestos informales porque se “desconoce el proceso de elaboración”, cuenta Rubio.


Por su parte el agua tampoco hay que descuidar: “Como se trata de una gran fuente de contagio, hay que asegurarse de que venga en envases cerrados y confiables. Se sugiere que no se tome de la canilla ni de bebederos públicos”, recalca Rubio.


De cara a este cuadro, “es importante mantenerse hidratado porque la consecuencia más grande es la cantidad de líquido que se pierde”, concluye Nachman.

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