Esta patología reumática es una de las más frecuentes en los menores de edad. Cuáles son los tipos más comunes en este grupo etario y la importancia de obtener un tratamiento adecuado.
La artritis idiopática juvenil (AIJ) es un grupo de desórdenes inflamatorios que se manifiestan en niños y adolescentes menores de 16 años y persisten por al menos 6 semanas. Cada cuadro se diferencia por su presentación clínica y pronóstico, destacándose la aparición de diversos síntomas como rigidez, inflamación articular y dolor.
Esta enfermedad reumática crónica es la más frecuente en su tipo en los niños, y constituye una causa importante de discapacidad. De hecho, en países que cuentan con estadísticas propias, su prevalencia es de entre 16 y 150 casos cada 100.000 habitantes.
Lamentablemente, en ocasiones, existen demoras significativas para arribar a un diagnóstico, con potencial impacto en el desarrollo de discapacidad: se estima que lleva entre 5 meses y un año, dependiendo del subtipo de artritis.
En ese tono, resulta esencial conocer las claves para detectar esta patología. Inflamación y rigidez en articulaciones, dolor en rodillas, tobillos, muñecas, dedos de la mano y codos, son algunos de los síntomas más frecuentes. A su vez, otra complicación extraarticular que puede presentarse en la AIJ es la uveítis, una forma de inflamación ocular que suele no percibirse y debe analizarse de rutina en una consulta oftalmológica.
“Luego de una consulta, el pediatra o médico tratante seguramente derivará al especialista en reumatología infantil si los síntomas persisten durante 6 semanas o más. Para diagnosticar cualquiera de estas categorías, además de atender a los signos y síntomas que manifiesta el paciente, es factible que se soliciten estudios de imágenes y análisis de sangre para apoyar a la sospecha diagnostica del especialista”, explicó Daniela Vidal, médica pediatra, especialista en Reumatología Infantil del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad y del Sanatorio Allende de Córdoba.
Dada la escasa información sobre pacientes con AIJ en nuestro país, la unidad de investigación de la Sociedad Argentina de Reumatología (UNISAR), en colaboración con Novartis, llevó adelante un estudio denominado Epidemiología de la artritis idiopática juvenil en Argentina: un estudio retrospectivo. Este trabajo buscó describir a la población de pacientes con AIJ, la proporción de sus subtipos, características sociodemográficas, clínicas, de tratamientos y evolución, así como identificar posibles limitantes en el acceso a tratamientos y consulta especializada.
De este modo, se logró realizar un registro de personas con diagnóstico de AIJ, donde se incluyeron 320 niños argentinos de 17 instituciones. Para llegar a estos resultados, se evaluó la información disponible de 320 pacientes diagnosticados con AIJ entre 2017 y 2019 y con al menos 1 año de seguimiento. De allí, se desprendió que la edad promedio al comienzo de los síntomas fue de 6,9 años y el 65,6% fueron niñas. En el 54,5% de los casos el primer profesional que visitaron fue el traumatólogo y el 57% de los pacientes habían recibido tratamiento previo: el 90,9% antiinflamatorios no esteroides (AINES) y el 5,11% corticoides.
“Es fundamental comenzar a recabar y a analizar información local sobre enfermedades de estas características. Por otro lado, concientizar al respecto a la comunidad puede ayudar a que, ante determinados indicios, más personas realicen una consulta oportuna con un especialista en reumatología para acortar los tiempos al diagnóstico y al tratamiento, y así mejorar su calidad de vida y pronóstico”, destacó, por su parte, Judith Giupponi, médica reumatóloga infantil del Hospital de Niños ‘Dr. Orlando Alassia’ de Santa Fe.
El estudio de la UNISAR y Novartis incluyó 7 subtipos de artritis idiopática juvenil presentes entre los pacientes argentinos relevados: oligoartritis, poliartritis FR+, poliartritis FR-, artritis sistémica, artritis indiferenciada, artritis relacionada con entesitis y artritis psoriásica juvenil. “Esta última no es una categoría frecuente, aunque -como el resto- tiene características propias. Requiere de una alta sospecha clínica para evitar demoras significativas en su diagnóstico”, sostuvo Giupponi.
Particularmente, la artritis relacionada con entesitis suele desencadenarse entre los 10 o 12 años. Es más frecuente en varones y las características más comunes al momento del diagnóstico son rigidez matinal, inflamación en articulaciones -sobre todo tobillos, rodillas y caderas- y entesitis -que es la inflamación en la unión de los tendones con los huesos- en las extremidades inferiores.
En este último subtipo, es necesario controlar la evolución y verificar inflamación de columna y/o articulaciones sacroilíacas, especialmente si el paciente presenta HLA B27 positivo en el análisis de sangre. En este contexto, la demora en derivar a un reumatólogo es un predictor del aumento de la actividad de la enfermedad.
De acuerdo a la doctora Vidal, “si la artritis idiopática juvenil, sea cual fuere su subtipo, no es adecuadamente identificada y tratada desde etapas tempranas, puede generar consecuencias irreversibles para el resto de la vida y generar inclusive determinados niveles de discapacidad”.
En tanto, en la artritis psoriásica juvenil hay pacientes que comienzan con síntomas entre los 2 y 4 años, y en su mayoría son mujeres que presentan uveítis e hinchazón de los dedos, descriptos como ‘dedos en salchicha’. Otras personas presentan signos recién entre los 9 y 11 años, y la mayoría son hombres con una incidencia alta de entesitis, con predisposición a inflamación de la base de la columna y psoriasis. De cualquier manera, las características clínicas y los resultados radiográficos y de laboratorio son similares para los dos grupos.
El camino hacia el diagnóstico de la artritis psoriásica juvenil también es complejo, con demoras de hasta un año desde el inicio de los síntomas. A su vez, lo que es más grave: un tercio de los pacientes tiene un diagnóstico erróneo durante cuatro años hasta dar con el correcto.
Como cierre, Vidal aclaró: “Cumpliendo con el adecuado tratamiento, llevando una vida sana y con seguimiento médico, los jóvenes que hoy tienen estas enfermedades seguramente puedan llegar a ser adultos sin restricciones en su vida personal, social y laboral por su enfermedad reumática. Podrán realizar actividad física y no sufrir dolor, por eso es tan necesario insistir en diagnosticarlos cuanto antes e iniciar el tratamiento que corresponda en cada caso”.
Por otro lado, diversos estudios multinacionales han mostrado que pacientes de países con niveles socioeconómicos más bajos presentan índices de mayor actividad de enfermedad y daño articular y extraarticular que los de países más desarrollados. A su vez, este daño se vio asociado al retraso en la consulta especializada y a la demora diagnóstica. En este marco, se enfatiza la importancia de la derivación oportuna de los pacientes a los especialistas, así como el comienzo temprano de un tratamiento modificador de la enfermedad.
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