Es importante conocer las medidas de prevención así como los síntomas de las ITS, muchos de ellos relacionados con la piel.
Según la Organización Mundial de la Salud, las infecciones de transmisión sexual (ITS) son causadas por más de 30 bacterias, virus y parásitos diferentes, y se propagan predominantemente por contacto sexual. Entre los más de 30 agentes patógenos que se sabe se transmiten por contacto sexual, ocho se han vinculado a la máxima incidencia de enfermedades.
Cada día más de un millón de personas contraen una ITS en el mundo. Sin embargo, la pandemia, el confinamiento y la distancia social han hecho que los datos de incidencia bajen.
Aún así, siguen siendo infecciones muy frecuentes y por ello es importante conocer las medidas de prevención así como los síntomas, muchos de ellos relacionados con la piel.
Entre las infecciones de transmisión sexual que, entre sus síntomas, aparecen las lesiones cutáneas estarían:
Balanitis candidiásica
Esta infección “se caracteriza por una erupción eritematosa con dolor y/o picor”. Las lesiones típicas son “máculas eritematosas con pequeñas pápulas, o áreas rojo-grisáceas con aspecto vidrioso”. Si hay duda diagnóstica, se puede realizar “hidróxido potásico o un cultivo de zona subprepucial”.
Si existe recurrencia, es importante “descartar diabetes mellitus, el uso de antibióticos de amplio espectro, inmunodeficiencia o reinfección a través de la pareja”.
El tratamiento de esta balanitis es “clotrimazol tópico al 1% o miconazol tópico al 2%, aunque también puede usarse fluconazol 150 oral”. En este caso, según el experto, “es siempre aconsejable tratar a la pareja”.
Balanitis alérgicas o por irritantes
Esta balanitis tiene una clínica muy variable, “desde un pequeño eritema hasta causar edema de glande”. Suele existir “atopia y casi siempre se asocia a lavados frecuentes de genitales”.
El tratamiento consiste en “evitar los agentes irritantes, utilizar cremas emolientes como sustitutivo a jabones e hidrocortisona al 1% cada 12 horas hasta la desaparición de los síntomas”.
Balanitis circinada
Esta balanitis “se caracteriza por la aparición de lesiones blanco-grisáceas en el glande de aspecto geográfico y con bordes blanquecinos”. Puede estar asociado al “síndrome de Reiter, por lo que es posible que sea necesario realizar una biopsia para llegar al diagnóstico definitivo”.
El tratamiento de este tipo de balanitis es “hidrocortisona tópica al 1% cada 12 horas”. En estos casos se recomienda, además, “un cribado de ETS, especialmente la infección por Chlamydia trachomatis”.
Balanitis de Zoon (de células plasmáticas)
Se produce en pacientes de edad avanzada “no circuncidados y asociado a mala higiene", y los síntomas son “lesiones rojo-anaranjadas brillantes, con bordes bien delimitados en glande y múltiples manchas eritematosas puntiformes”.
En casos de diagnóstico incierto “se realizará biopsia para excluir una eritroplasia de Queyrat”.
El tratamiento se basa en “medidas higiénicas y circuncisión”, aunque, como indica, “también se pueden utilizar corticoesteroides tópicos, con o sin antibiótico asociado al láser CO2”.
Eritroplasia de Queyrat
Se caracteriza por ”lesiones eritematosas, con aspecto aterciopelado y bordes bien delimitados”. “Pueden aparecer también lesiones blanquecinas sobreelevadas, que, si son induradas, sugieren un carcinoma de células escamosas”.
En estas enfermedades el riesgo de malignización es superior al 30%.
Enfermedad de Bowen
Las lesiones son “discretas y aparecen como placas eritematosas”. El riesgo de malignización es superior al 20%. En estos casos, la biopsia es esencial para descartar un “cáncer de pene”.
El tratamiento puede basarse en “fluorouracilo al 5% tópico o se puede proceder a la resección por láser a través de la crioterapia”.
Virus del papiloma humano
Las verrugas genitales están causadas por el virus del papiloma humano VPH. Es la ITS más frecuente, ya que afecta a entre el 1 y el 2% de la población sexualmente activa. “La transmisión por contacto sexual es la más común y los factores de riesgo incluyen múltiples parejas sexuales, edad temprana de inicio en las relaciones y parejas sexuales con VPH.
El periodo de incubación es de entre 1 y 6 meses y generalmente es asintomática y autolimitada, aunque, “a veces cursa con dolor o prurito”. Puede producirse el contagio a partir de una infección subclínica, incluso tras el tratamiento”.
Sífilis
La sífilis “es una infección sistémica causada por la espiroqueta treponema pallidium”. Esta patología se ha dividido en etapas “para guiar al tratamiento y al seguimiento” y es que “hay que conocerla muy bien, ya que puede simular muchas enfermedades”.
Sífilis primaria: En este tipo, el periodo de incubación es de entre 2 y 12 semanas. Está caracterizada por el “chancro sifilitico o chancro duro, es decir, por una úlcera indolora con bordes indurados, de entre 1 y 2 cm de diámetro, con fondo limpio, más frecuente en el glande y prepucio en hombres y en cérvix y genitales externos en la mujer”. A las primera o segunda semana, aparece “adenitis regional unilateral, con un ganglio principal rodeado de múltiples adenopatías más pequeñas, induradas, indoloras y sin supuración. Tiende a remitir espontáneamente en 2-6 semanas”.
Sífilis secundaria: “Suele aparecer a las 8-10 semanas del contagio. Las lesiones clásicas son exantemas no pruriginosos que afectan a la piel de palmas y plantas”. Más concretamente, el 10% de los pacientes “las presentan en zonas húmedas y calientes como la vulva, el ano, la cara interna de muslos y pliegues intermamarios”. Estas lesiones confluyen y se erosionan formando “pústulas húmedas con gran poder infectante”. En las mucosas (vagina o boca), se producen erosiones superficiales. Es importante señalar que “ambas lesiones son indoloras pero pueden comprometer el sistema nervioso central, el sistema linfático, las placas de alopecia parcheada, el hígado, los ojos, los huesos y las articulaciones”.
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