Inculcar unos buenos hábitos de salud bucodental a nuestros hijos desde pequeños resulta imprescindible para que se conviertan en adultos con una sonrisa saludable y bonita, e incluso en adultos más sanos. Y es que, lejos de la creencia popular, el cuidado de los dientes ha de comenzar desde la erupción del primero.
Actualmente existen cepillos adecuados al tamaño de la boca de los bebés, que permiten comenzar fácilmente con la higiene dental desde que sale el primer diente. Descuidar los dientes de leche puede acarrear la presencia de caries, lo que puede llevar a que el niño necesite empastes a muy temprana edad.
La primera visita con el odontopediatra debe realizarse antes de cumplir el año y mantenerse de forma anual (Sociedad Española de Odontopediatría).
Cepillar los dientes de leche instaura el hábito del autocuidado y de la prevención dental en los más pequeños, convirtiéndolos en niños conscientes de la importancia que tiene la higiene dental. En palabras de Berta Uzquiza, licenciada en odontología y coordinadora de la dirección asistencial de Sanitas Dental, “es aconsejable ayudar a los niños con el cepillado dental hasta los siete años, edad en la que ya poseen la coordinación suficiente para hacerlo por sí solos de manera correcta”.
Actualmente existe una infinidad de productos dentales que ayudan a la motivación de los niños y se adaptan a todos los gustos y necesidades: dentífricos de sabores variados, colutorios que indican qué dientes no se han cepillado bien, cepillos de varios tamaños y durezas… En cuanto a nuevas tecnologías, existen aplicaciones para tablet y móvil o vídeos en Internet con los que motivar a los niños mediante el juego. Se consigue así que adquieran unos hábitos de salud oral correctos. El odontopediatra será siempre el mejor guía en este proceso y no debemos dudar en preguntarle cualquier duda que tengamos al respecto.
Por otro lado, en el cuidado de los dientes durante la edad infantil tiene un gran protagonismo el flúor. El flúor es fundamental para proteger el esmalte, ya que reduce el riesgo de caries en los niños, por lo que resulta imprescindible incluso para los dientes de leche.
0-2 años
• Primeros dientes de leche. Los dientes se deben cepillar desde que erupcionan con un cepillo especial para bebés.
• No endulzar el chupete y no dejar dormir al niño con un biberón de leche o zumo para evitar la aparición de caries.
• Se debe vigilar la aparición de maloclusiones y evitar hábitos como la succión del pulgar y el uso de chupete durante el día a partir de los 24 meses de edad.
2-5 años
• Acudir a revisiones periódicas con el odontopediatra.
• Prevenir la caries con hábitos alimentarios saludables (no abusar de zumos, refrescos azucarados y otros dulces, evitando sobre todo su ingesta entre comidas y al acostarse).
• Evitar el uso de chupete después de los 2 años de edad y otros hábitos orales anómalos que puedan ser origen de maloclusiones, como chuparse el dedo.
6-14 años
• Acudir a las citas anuales con el odontopediatra u odontólogo.
• Prestar atención a la presencia de sarro, caries, flemones, gingivitis, maloclusiones o apiñamientos.
• Pueden utilizarse colutorios fluorados diarios (0,05% fluoruro sódico) o semanales (0,2% fluoruro sódico), pero hay que asegurarse de que el niño realiza bien los enjuagues durante un minuto y no ingiere nada en los siguientes 30 minutos.
• En algunos casos se suplementará con flúor oral (1 mg) a niños con riesgo de caries que no usan dentífrico fluorado.
• Prevenir accidentes: son frecuentes los traumatismos dentales, sobre todo del grupo incisivo-canino superior, por eso se les debe recomendar precaución al realizar ciertos deportes o prácticas de riesgo.
Cantidad de flúor recomendada en el dentífrico en cada etapa infantil:
Desde la aparición del primer diente hasta los tres años de edad, se recomienda usar una pasta dentífrica de 1000 ppm de flúor, con una cantidad que no supere el tamaño de un grano de arroz en cada cepillado.
Entre los tres y cinco años, dicha cantidad ha de aumentar hasta la medida de un guisante.
A partir de los cinco años, se recomienda que la pasta dental contenga 1450 ppm de flúor.
Una alimentación saludable conduce a una boca sana
La alimentación es una pieza clave a la hora de mantener la salud bucodental. Una dieta con una gran cantidad de azúcar supone un riesgo, sobre todo en la etapa infantil. Por eso, cualquier producto azucarado, especialmente aquellos pegajosos o viscosos que se adhieren fácilmente a la estructura dental, ha de consumirse de manera excepcional, procediendo al cepillado de dientes tras su ingesta.
Padres y cuidadores han de concienciarse de la importancia que tiene la higiene oral del niño e inculcársela desde edades tempranas, así como unos correctos hábitos de alimentación. Pero no sólo se trata de evitar las chucherías, sino de mantener una dieta completa, variada y equilibrada, junto con una rutina de cepillado tras cada comida. Para controlar que esto se está llevando a cabo correctamente, se debe acudir a las revisiones periódicas con el odontopediatra, familiarizando al niño con la clínica dental y normalizándolo como algo positivo y bueno para su salud. No hay que esperar a ver un agujero en una muela o a que el niño tenga dolor. ¡Siempre es mejor prevenir que curar!
“El odontopediatra nos ayudará a que nuestros hijos vean el cuidado de la salud bucodental como una rutina amigable y divertida”.
Hábitos de cuidados dentales en la infancia
Un niño que ha adquirido la rutina de cepillarse los dientes diariamente se convertirá en un adulto que continuará con el mismo hábito. Además, el cuidado dental en edades tempranas puede prevenir dolencias futuras, como patologías de mordida, problemas estéticos, dificultad al hablar o al comer.
Por ello, es conveniente instaurar una serie de hábitos preventivos habituales, que los niños puedan comprender y realizar:
Limitar el consumo de alimentos azucarados.
Cepillarse los dientes dos veces al día, como mínimo, siendo el de antes de acostarse el más importante.
Usar una pasta dentífrica y cepillo especiales para los más pequeños, con una cantidad de flúor adecuada a la edad del niño.
Visitar semestralmente al odontopediatra.
Patologías bucodentales más comunes en la infancia
Sin duda, el principal problema al que se enfrentan los niños son las caries. El consumo de productos ricos en azúcar, así como la aplicación de azúcares en las tetinas de los biberones propicia el aumento de caries.
La aparición de la dentadura definitiva también puede originar una maloclusión o problemas de mordida. Los dientes de la edad adulta poseen un tamaño mucho mayor por lo que requieren más espacio en la boca. Cuando no lo tienen, lo buscan desestabilizando toda la línea dental. En ocasiones, los dientes definitivos salen torcidos o separados, lo que hace necesario la actuación del odontopediatra.
Otras veces, los problemas se deben a alteraciones congénitas que afectan a la dentición temporal o definitiva de distintas formas, como la aparición de menos dientes de las que deberían (agenesia dental).
Lo importante es detectar todas estas patologías a tiempo, ya que la detección temprana siempre es una ventaja a la hora de aplicar el tratamiento que corresponda, en este sentido un seguro dental con cobertura para los más pequeños puede ayudarnos a que los niños realicen siempre sus revisiones habituales con el odontopediatra y adquieran los hábitos preventivos adecuados. Y es que en los primeros años de vida las visitas al dentista y el desarrollo de unos correctos hábitos de salud bucodental son acciones que deben estar siempre fomentadas y dirigidas por los padres hasta que los niños puedan hacerlo por sí solos.
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