Una investigación reveló que cada persona actúa de distintas maneras ante diferentes rutinas de gimnasia ¿De qué se trata esta mirada? Descubrilo en esta nota.
Como una verdadera retroalimentación que entusiasma al nutrirse recíprocamente, ejercicio y alimentación tienen un estrecho y benéfico vínculo que vale la pena conocer. Al menos así lo destaca un nuevo estudio: "Hacer ejercicio podría alterar nuestra relación con la comida de manera sorprendente y benéfica".
El estudio además revela que los novatos del ejercicio empiezan a experimentar menos antojo por la comida que engorda, un cambio que podría tener repercusiones en el control del peso. Sin embargo, la investigación también muestra que cada persona responde de manera muy diferente a la misma rutina de ejercicios y a los mismos alimentos, lo cual subraya las complejidades de la relación entre la comida, la alimentación y la pérdida de grasa.
¡1...2...3! ¡Ponete en forma!
"A menudo, escribo sobre el ejercicio y el peso, esto se debe en parte a que el control del peso es un factor que motiva a muchos de nosotros a hacer ejercicio, como a mí", escribe Gretchen Reynolds para The New York Times, aludiendo en su artículo justamente sobre este tema.
Al mismo tiempo, la actividad física parece ser esencial para minimizar el aumento de peso a medida que envejecemos y para mantener la pérdida de peso si logramos bajar algunos kilogramos. Aún no se conoce bien esta manera caótica en la que el ejercicio influye en el peso: "Por un lado, hay estudios que demuestran que la mayoría de las modalidades de ejercicio aumentan el apetito en la mayoría de la gente; el ejercicio nos tienta a reemplazar calorías, socava la posible pérdida de grasa e incluso propicia el efecto rebote. Sin embargo, otras pruebas sugieren que la condición física podría afectar la respuesta diaria de la gente con respecto a la comida, lo cual tal vez influya en el mantenimiento de un peso saludable" sostiene la autora.
¿Y la verdad en dónde está? En algunos estudios previos, las personas activas que estaban en su peso normal mostraron menos interés en alimentos con alto contenido de grasa y calorías que las personas sedentarias con obesidad.
No obstante, la mayoría de esos estudios analizaron las preferencias de hombres y mujeres cuya condición física ya era buena o mala. No examinaron si alterar los hábitos de ejercicio de la gente también transformaría su relación con la comida. Por lo tanto, para el nuevo estudio, que se publicó en noviembre en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, los investigadores de la Universidad de Leeds en Inglaterra y otras instituciones decidieron preguntarle a un grupo de hombres y mujeres sedentarios, cómo se sentían con respecto a la comida y pedirles que empezaran a ejercitarse.
El experimento y su resultado
El balance final de la investigación, y como una manera de echar luz sobre el tema indicó que, además de mejorar nuestra salud, “el ejercicio quizá mejora nuestra conducta alimentaria y los hábitos de usar la comida como recompensa, que se relacionan con la predisposición a consumir en exceso", cuenta Kristine Beaulieu, investigadora y nutricionista de la Universidad de Leeds, que dirigió el nuevo estudio.
En otras palabras, hacer ejercicio durante un tiempo podría impulsarnos a reconsiderar el tipo de alimento que queremos comer. Un dato nada menor ya que es justamente en esa retroalimentación en donde podemos reencontrarnos con un hábito de vida que elegimos.
La genética quizá tenga algo que ver o la personalidad, el estilo de vida, la composición corporal u otros factores. Los investigadores esperan poder explorar estos temas en estudios futuros. Pero, por ahora, el estudio refuerza la idea de que el ejercicio debe ser parte de nuestros esfuerzos por mantener un peso saludable.
"Mi cuerpo mi templo"
Si no somos nosotros quienes cuidamos de manera asidua de él, ¿Quién sino? El cuerpo es como un vehículo: sin combustible no funciona. Nuestro combustible son los alimentos. Esto significa que necesitamos alimentar el cuerpo con los alimentos adecuados y beber líquidos para hidratarnos, en las cantidades y momentos correctos, sobre todo si se hace ejercicio. Hay varias versiones sobre cuándo es mejor comer, si antes o después de realizar ejercicio. Unos dicen que hacerlo antes ayuda a quemar más grasa, otros que hacerlo después no es tan malo como se ha creído hasta ahora.
Según cita eldiario.es, "una investigación publicada en ScienceDaily, sostiene que 'desayunar antes de hacer ejercicio implica que se quemen más carbohidratos y se acelere el metabolismo para la próxima comida, por lo que, según los expertos, se quemará más'". Por otro lado y según un estudio publicado en American Journal of Physiology (APS), "el ejercicio en ayunas produce cambios más favorables en el tejido adiposo es decir, la grasa".
En realidad, no hay una respuesta concreta. "Todo depende del objetivo y del deporte que se practica. No es lo mismo, en términos de preparación y alimentación, los requerimientos para la práctica de ejercicio regular a nivel amateur (salir a correr, hacer unas piscinas a la semana, ir en bicicleta, etc.) que para un deportista profesional" sostienen desde la publicación.
Antes, durante y después
Para el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM), no existe una disyuntiva sobre cuándo es mejor comer porque se deben consumir alimentos y líquidos, de forma adecuada, antes, durante y después del ejercicio. "El objetivo es ayudar a mantener la concentración de glucosa en la sangre durante el ejercicio, maximizar el rendimiento y mejorar el tiempo de recuperación".
Antes: No ingerir nada antes de hacer ejercicio es como subirse a un auto sin nafta: debemos obtener la energía suficiente para limitar la capacidad de quemar calorías. No hacerlo puede producir fatiga y disminuir el rendimiento deportivo porque se agotan las reservas energéticas, las de glucógeno que se almacenan en el músculo con los carbohidratos. Lo más recomendable es comer al menos dos horas antes de hacer ejercicio. Por tanto, antes de entrenar es preferible: hidratarse bien con agua. Asegurarse de estar bien hidratado antes de hacer ejercicio es muy importante, sobre todo si hace calor. Si se está deshidratado antes de comenzar a hacer deporte, la temperatura corporal aumentará más rápido y el corazón tendrá que trabajar más duro de lo habitual.Ingerir carbohidratos saludables como cereales integrales, yogur bajo en grasa, pasta o arroz integral, fruta y verdura.Evitar las grasas saturadas porque se digieren más lentamente y eliminan el oxígeno y la sangre que transporta la energía de los músculos.
Si solo disponemos de diez minutos antes de realizar ejercicio, es mejor comer solo una fruta.
Durante: Es muy importante mantener el cuerpo hidratado durante el ejercicio con pequeños sorbos de agua. A menos que hagamos ejercicio durante más de una hora y media, no es necesario comer, con la hidratación es suficiente. La práctica de ejercicio durante más de dos horas sí que requiere, por ejemplo, tomar bebidas isotónicas para compensar las pérdidas minerales de sodio, magnesio y hierro.
Después: Al final del ejercicio necesitamos recargar el cuerpo. Pero puede ser útil no hacerlo inmediatamente después porque el cuerpo y los músculos continúan trabajando durante unos 30 minutos después.
La hidratación es fundamental: Tanto si hacemos ejercicio antes de comer como después, el agua es generalmente la mejor manera de reemplazar los líquidos perdidos. Alrededor del 60% del cuerpo es agua y esta juega un papel fundamental en todas las funciones corporales. Con la práctica deportiva se puede perder mucho líquido, sobre todo a través del sudor y la respiración.
El agua ayuda a alimentar los músculos, por lo que beber antes, durante y después del ejercicio aumentará los niveles de energía y puede ayudar a prevenir calambres. Si no reemplazamos este líquido perdido, existe el riesgo de deshidratación, que puede causar calambres o espasmos musculares.
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