Es fundamental tener en cuenta que los trastornos de memoria no están invariablemente asociados al envejecimiento. Dicho de otro modo, los trastornos de memoria en personas añosas no son normales y deben ser tomados como probable inicio de deterioro cognitivo. Cuando los trastornos de memoria afectan el rendimiento previo que tenía la persona, es allí donde debemos estudiarlos.
La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta las funciones cognitivas, en particular la memoria reciente, dominando el cuadro, asociado a trastornos del lenguaje como dificultad en encontrar nombres de personas, palabras, etc y pérdida de habilidades para realizar ciertas actividades.
Tiene un curso de presentación, inicio, lentamente progresivo que involucra a la memoria reciente (lo que pasó hoy) con incapacidad de retener nueva información, no tanto a la memoria de evocación (lo que pasó hace mucho) que se mantiene preservada.
Puede haber dificultades para denominar objetos o perder habilidades que había adquirido como manejar la computadora, vestirse o alguna tarea que conocía. Estas pérdidas tienen un curso de instalación lento. Siempre hay compromiso con la memoria y se agregan otros dominios cognitivos que se denominan afasia, apraxia y agnosia:
Afasia: trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica y se debe a lesiones cerebrales.
Apraxia: incapacidad de ejecutar movimientos coordinados sin que exista una causa de origen físico.
Agnosia: incapacidad para reconocer e identificar las informaciones que llegan a través de los sentidos, especialmente la vista.
¿Cómo nos damos cuenta de la presencia de la enfermedad de Alzheimer?
En la actualidad, la persona consulta porque presenta alguna queja sobre la memoria reciente, sobre todo, cuando interfiere con sus actividades cotidianas o tiene impacto en la vida social o laboral y es diferente al rendimiento cognitivo previo. En otras, porque alguien de su entorno percibe las fallas en la memoria. En estos casos, en general, la persona concurre a la consulta médica acompañada por un familiar.
¿Qué se hace en la consulta?
Se realiza un examen neurológico exhaustivo y análisis especiales porque puede haber relación con problemas de tiroides o con vitaminas disminuidas que empeoran las funciones cognitivas.
Para evaluar la memoria se realizan test neuropsicológicos especiales que facilitan un perfil cognitivo de la persona. Es decir, marcan si tiene enfermedad de Alzheimer, deterioro cognitivo leve, moderado o severo o si existen criterios de demencia. También se realiza una resonancia magnética de cerebro. Luego se asocian las informaciones para establecer un diagnóstico.
¿Cómo es el acompañamiento familiar?
El tratamiento consta de una parte farmacológica que ayuda a mejorar la cognición y la atención y una no farmacológica en la que es fundamental dialogar con los familiares para que entiendan la enfermedad, los síntomas, el impacto en las actividades cotidianas que antes realizaban y ahora no pueden hacerlo.
Estas pautas posibilitan al familiar, acompañante o cuidador, ayudar al paciente, ser tolerantes y propiciar miniayuditas que colaboren para que se encamine en determinada tarea y la concluya por sus propios medios. Un ejemplo: si no recuerda una palabra indicarle la letra con que empieza y que él continúe. Lo fundamental es que el paciente no deje de hacer las cosas.
Causas
Se produce por una combinación de susceptibilidad genética y factores ambientales asociados. La edad es el principal factor de riesgo, con mayor aparición después de los 65 años y ligero predominio en el sexo femenino; antecedentes de depresión y traumatismos de cráneo.
Avances científicos
Esta patología neurodegenerativa provoca que las estructuras que controlan la memoria involucionen. Actualmente no hay un tratamiento que cure la enfermedad pero hay en estudio terapias para intentar mejorar o cambiar el curso de la patología.
Los avances científicos actuales apuntan a la búsqueda de biomarcadores de detección precoz, que agrupan estudios de sangre y líquido cefaloraquídeo y neuroimagen.
¿Qué podemos hacer para prevenirla?
A lo largo de nuestra existencia deberíamos adquirir y preservar hábitos saludables como no comer fritos, grasas y algunos hidratos de carbono e implementar una dieta mediterránea, utilizando aceite de oliva extravirgen, comiendo más verduras, frutas, pescado y pollo y una vez a la semana carne. También practicar actividad física que mejora el volumen cerebral y las estructuras que están involucionando que se encargan de la memoria.
Es indispensable leer, aprender cosas nuevas y participar de reuniones sociales. El contacto con los otros implica entrenar el lenguaje, la atención y el recuerdo.
Un punto más es manejar el estado de ánimo, factor fundamental que acompaña la enfermedad y que puede sufrir trastornos. Mantener el ánimo mejora la atención y por ende la memoria. Desde la juventud es recomendable mantenerse cognitivamente activo. Estas estrategias constituyen un aporte para prevenir ésta y otras enfermedades neurodegenerativas y cancerígenas.
OSEP brinda al afiliado la posibilidad e acceder a la evaluación por especialistas en neurología, psiquiatría, neuropsicología, talleres de memoria, terapia ocupacional, entrenamiento del cuidador en todas las delegaciones de la provincia para acompañar al paciente y su familia en el curso de la enfermedad y mejorar su autonomía.
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