El objetivo central del Programa de Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Cardiovasculares es disminuir la morbimortalidad de estas patología y sus factores de riesgo.
El Programa de Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Cardiovasculares forma parte de la Dirección de Prevención y Promoción de la Salud, y su función principal es la promoción de hábitos de vida saludables que disminuyan el riesgo cardiovascular. Además promueve la detección precoz de los factores de riesgo, optimizando así la asistencia médica.
¿Cómo surge el programa?
“En la década de los 90, la Organización Mundial de la Salud consideró a las enfermedades cardiovasculares como el mayor motivo de muerte en el mundo, disparado por un cambio social en donde el sedentarismo comienza a estar más presente, al igual que la mala alimentación y el tabaquismo”, cuenta Alejandro Saracco, jefe del Programa de Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Cardiovasculares en Mendoza.
A raíz de esto, se ejecutan lineamientos basados en la prevención de enfermedades: estos son nutricional, plan de actividad física y cesación tabáquica.
“La prevención y control de enfermedades como la hipertensión y otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares como: diabetes, obesidad, tabaquismo y sedentarismo generan el daño de la arteria. Ese daño termina en infarto agudo en miocardio. Por lo que se trabaja de manera articulada con otros programas para poder abarcar de mejor manera los tratamientos”, apunta Saracco.
Acompañando las medidas mencionadas, el programa realiza actividades de campo como la asistencia a distintos centros de salud, restaurantes y establecimientos, colocando cartelería sobre la prohibición de fumar en espacios cerrados. Además, se desarrollan capacitaciones sobre la cesación tabáquica y se abrieron consultorios para trabajar junto con las personas que deseen dejar de fumar.
“En el programa de prevención nos enfocamos principalmente sobre los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares y en acciones para acompañar e informar a la población”, señala el cardiólogo.
En este sentido, Natalia Cauwlaert, licenciada en enfermería del Programa de Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Cardiovasculares, destaca: “En este tiempo nos percatamos de que la adherencia a los tratamientos o a los hábitos saludables depende de la persona y de su entorno”.
Pese a que exista la creencia de que el cigarrillo no afecta si se consume una dosis mínima, la realidad es que el daño que genera es grande. La nicotina es una sustancia que funciona a nivel cerebral produciendo un receptor que libera dopamina, razón por la que se siente bien el fumador al inhalar. Al liberar dopamina, también se liberan lentamente otras sustancias que hacen sentir mal. Cuando caen esas sustancias, el malestar regresa y se genera la necesidad de volver a fumar, hay una tolerancia al placer y cada vez se requiere consumir más.
Alejandro Saracco explicó que “produce una triple dependencia: farmacológica, porque necesitas la dopamina en el cerebro para sentirte bien; una dependencia social, ya que perteneces al grupo cuando salen todos a fumar, y una dependencia psicológica, generalmente frente a situaciones emocionales”.
“La gran mayoría de las personas que dejan de fumar lo hacen porque ya tienen instalada una enfermedad o por miedo a padecer cáncer, un ACV o un infarto. Incluso en estas situaciones es compleja una completa y correcta adherencia, ya que pueden haber iniciado el tratamiento de cesación tabáquica pero por algún motivo abandonan”, agrega Saracco.
¿Cómo reconocer al paciente que tiene riesgo por un dolor de pecho?
“El dolor desde el ombligo hasta la mandíbula puede ser una molestia cardíaca. La persona puede sentir aplastamiento, en algunos casos, o nunca sentir o presentar síntomas. A su vez, es importante tener en cuenta qué antecedentes de base tiene la persona que consulta, como diabetes, obesidad, hipertensión, sedentarismo o tabaquismo”, asegura el jefe del programa.
El dolor cardíaco es una sensación de aplastamiento y opresión no localizada en el pecho que se irradia a las zonas del cuello, mandíbula, hombros y generalmente al brazo izquierdo o a la espalda durando entre 15 y 20 minutos. También puede presentar los siguientes signos de alarma con los cuales se debe actuar con suma emergencia ante su manifestación:
Dolor de pecho, ardor, sensación de angustia, falta de aire.
Dificultad para hablar.
Dificultad para sonreír simétricamente.
Las acciones de prevención generadas desde este programa y su articulación con otros tienen como fin evitar el daño de órganos como cerebro, corazón, riñón y arterias.
“El infarto trae otro problema asociado, que es la muerte súbita. Se tapa una arteria, aparece una arritmia y la muerte es fulminante. Entonces también nos ocupamos de enseñar a salvar a una persona que puede entrar en muerte súbita, realizando cursos de reanimación cardiopulmonar (RCP) a la población y a los equipos de salud”, concluyó el doctor Alejandro Saracco.
Comentarios