El psicólogo e instructor de mindfulness Martín Reynoso hace un repaso desde sus orígenes hasta los beneficios reportados por la ciencia.
Puede ser verdaderamente un práctica mindful e integral si es bien enseñada. Posturas que se suceden dinámicamente, una tras otra, con nombres algo difíciles y que van desde la posición de decúbito dorsal a la ventral, parados o invertidos con las piernas hacia arriba.
Ejercicios respiratorios que destacan la conexión con la zona diafragmática y mil variantes más.
Ropa clara y suelta, relajaciones fulminantes que te hacen navegar peligrosamente por la somnolencia. Música suave, olor a incienso.
Esto es lo que conocemos a nivel general del yoga, una práctica milenaria con fuerte arraigo en nuestro país desde la década del 70. Tan poderoso ha sido su crecimiento que parece asemejarse al impacto del psicoanálisis en estas latitudes.
Doy fe de las bondades de esta disciplina, ya que en estos dos últimos años he venido practicándola con más seriedad y constancia, sintiendo cómo fortalece y a la vez hace más flexible a mi cuerpo.
Pero para mi sorpresa, no es sólo una técnica para entrenar la mente y el cuerpo, sino que tiene una poderosa y sabia filosofía que transmite una comunión maravillosa con el universo. Quizás algunos de ustedes ya lo saben.
Origen y alcance
Patanjali, un sabio del siglo VII A.C. se dedicó a reunir y sistematizar conocimientos hasta entonces dispersos y transmitidos de forma oral, dice Soledad Lacroix, instructora internacional de yoga y creadora de Atma Yoga, un espacio de práctica y formación de profesores en Tigre, Buenos Aires.
Él redactó los 8 peldaños del yoga (Ashtanga Yoga en sánscrito) y ha descrito este proceso no como una filosofía sino como un método científico, en el sentido en que, de ponerse en práctica con seriedad, se alcanza el estado de conexión profundo o estado de yoga, agrega.
Luego, Soledad enumera los ocho peldaños o pasos que debería transitar todo practicante según esta enseñanza:
✓Yama, describe regulaciones o principios éticos;
✓Niyama, describe disciplina individuales y actitudes hacia uno mismo;
✓Asanas o posturas, que son posiciones específicas del cuerpo que limpian los canales de energía y equilibran el flujo de la misma en el organismo, generando estabilidad física, mental y emocional;
✓Pranayama, regulación de la energía vital, la palabra pranayama significa expansión del prana o energía vital y
✓Pratyahara, interiorización, aumentar el dominio sobre las influencias externas, en una sociedad acostumbrada a mirar/escuchar/sentir/mirar hacia afuera, pratyahara es un desafío y una necesidad;
✓Dharana, concentración, es dirigir la mente hacia un punto fijo y mantenerla allí por un tiempo determinado;
✓Dhyana, meditación y
✓Samadhi, supraconsciencia, en este paso cesan las fluctuaciones de la mente y se disuelve la percepción del yo para dar paso a un estado de unidad con el objeto de concentración o el universo.
Como se observa, es un impresionante camino de autodescubrimiento y autoconocimiento el que el practicante puede desarrollar en su vida.
¿Está mal practicar solamente las asanas o posturas?
La pregunta que inevitablemente nos surge luego de leer lo anterior es: ¿qué ocurre si uno no dedica su tiempo completo a este camino, si solo practica, como mayormente sucede, la parte física, las posturas, dentro de un contexto de aprendizaje más reducido?
Para Alejandra Sasso-creadora del espacio Ahora Yoga, en La Lucila, esto no está mal. Ella considera que hay una interconexión sutil entre todos estos pasos.
Y agrega que seguro que esa inclinación por una vía o por la otra "inevitablemente va a conectar con los 8 pasos o pétalos del Asthanga Yoga, si lo hacemos con consciencia".
"El que elige la vía del asana, o llega a esta por otras cuestiones (sea dolor, estrés, etc.) si está con un buen instructor tradicional de Hatha Yoga, inevitablemente el camino del asana lo va llevar a establecer una conexión con la meditación."
En conclusión el asana practicada de esta forma es un camino para establecer una meditación a pesar de que no se la llame como tal, finaliza Alejandra.
Flor de Stefano, profesora de yoga y también instructora de mindfulness con nuestro proyecto Train your Brain, acuerda con ella en que todos los pasos trabajan interactuando entre sí, y agrega que la habitual diferenciación entre pasos más físicos y otros más espirituales es confusa y no se corresponde con la realidad del practicante consciente y sistemático.
De todas formas, es justo reconocer que esta interconexión entre los pasos de aprendizaje del verdadero yoga no es sencilla en nuestra sociedad y que más veces de lo deseado esta disciplina puede reducirse a una serie de movimientos físicos bien distantes de esta esencia descripta inicialmente.
Beneficios reportados por la ciencia
Emmanuel Carrère relata, en su best seller Yoga, los beneficios de esta práctica milenaria en su vida y la ayuda que significó en su caída libre a las profundidades del trastorno bipolar (como así también la práctica meditativa). El libro no va principalmente de esta práctica, pero sí la resalta en reiteradas oportunidades.
Su caso no es el único: hoy los reportes científicos avanzan demostrando el valor que tiene el yoga para la salud y el bienestar, resaltando la universalización de su práctica y los beneficios al menos en tres sentidos, destacados en un artículo de la Clínica Mayo, de Estados Unidos:
✓ Disminución del estrés. En distintos estudios, se ha demostrado que el yoga puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. El yoga puede mejorar tu estado de ánimo y la sensación general de bienestar. También puede ayudarte a controlar los síntomas de depresión y ansiedad que sean resultado de situaciones difíciles.
✓ Mejor estado físico. Practicar yoga puede mejorar el equilibrio, la flexibilidad, la amplitud de movimiento y la fuerza.
✓ Manejo de condiciones crónicas. El yoga puede ayudar a reducir los factores de riesgo de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardíacas y la presión arterial alta.
El yoga también puede ayudar a controlar la lumbalgia, el dolor de cuello y los síntomas de la menopausia. Y favorecer el alivio de los síntomas de varias enfermedades crónicas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, la artritis y el insomnio.
Tres observaciones más
Alejandra me hace algunas recomendaciones valiosas al cierre de esta columna. y me pide que haga especial hincapié en que el maestro o facilitador "es clave para llevar a la profundidad la práctica y que para ello es necesario pasar por la experiencia de mantener las clases un cierto tiempo para darle lugar a que se desarrolle el proceso del yoga".
Es verdad, el yoga es la trasmisión y el carisma de quien lo enseña y la apertura y disponibilidad de quien lo recibe y descubre en sí mismo.
En segundo lugar, destaca que la voluntad lo es "todo" para mantener una práctica y que, a su vez, "es lo más difícil de cultivar para las personas que vivimos en ciudades, ya que la rutina hace estragos en lo importante por dar lugar a lo urgente".
Por último, remarca que el yoga puede ser considerada "una escuela filosófica con un cuerpo teórico (samkhya) y que a diferencia de escuelas de filosofía occidental propone una práctica que incluye al cuerpo para dar respuesta a las preguntas existenciales".
Esto me parece muy importante de resaltar. Incluir al cuerpo en nuestro proceso de liberación es maravilloso. No hay verdadera libertad si no es con el cuerpo.
La invitación a crear nuevos patrones mentales y volvernos más fuertes y flexibles, está hecha. Sólo es necesario disponer de tiempo semanal y una intención profunda de querer modificar nuestro hábitos a veces poco saludables de percibir y actuar en un mundo dinámico y desafiante.
No importa tanto el estado físico o la capacidad aeróbica. El yoga es una inmensa matriz que a todos contiene.
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